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La inmortalidad del alma

La inmortalidad del alma

Desde la antigua Grecia nos llega la idea del alma independiente del cuerpo la cual platón defendía ya que pensaba que la unión del cuerpo y alma se había producido accidentalmente. Esto lo explica perfectamente en el mito del carro tirado por dos caballos alados, uno blanco que representa la parte irascible del alma, es decir la parte de los pasiones buenas, un caballo negro que representa la parte concupiscible, es decir, las necesidades corporales; ambos caballos estaban al mando de un auriga, que representa la razón. Los caballos alados se pelearon e hicieron caer el carro al mundo sensible y quedó atrapado en el cuerpo, como castigo que debe cumplir hasta que asuma su culpa que es cuando volverá al mundo de las ideas. Por todo ello Platón cree en la plena inmortalidad del alma y en otra vida después de la muerte. Descartes en cambio no daba por hecho la existencia de un cuerpo material pero si afirma la existencia de un alma, de una sustancia inmortal, pensante y totalmente independiente del cuerpo que manifiesta su pensamiento de modos diferentes como sentir, imaginar, entender, desear, rechazar, afirmar, negar y por supuesto dudar. Para el cuerpo no hay evidencias de que exista, pero el espíritu sí, porque piensa y duda porque sabe que esta ahí pero el cuerpo al solo tener percepciones de los sentidos pues no es seguro que lo que percibe sea real; estas ideas se resumen en la famosa frase del “pienso luego existo” que todos conocemos. Esta idea de inmortalidad del alma perdura en nuestros días, como nos muestran los cristianos, que creen en la vida plena y con Dios después de la muerte. A lo largo de la historia como hemos visto hay varias ideas y justificaciones que nos llevan a la inmortalidad del alma, pero ¿existe en verdad un alma independiente del cuerpo? Tras la muerte, ¿hay vida?

Este tema ha fascinado al ser humano desde su existencia y algo que aún no llega a entender por completo algo que se le escapa de las manos. Cuando hablamos de cuerpo y alma, hablamos de materia y espíritu hablamos de dos partes diferentes y opuestas que están unidas en nuestro ser. Algo que se puede afirmar es que tanto nuestra alma, es decir nuestro pensamiento, nuestro propio yo que habla en nuestra mente, como nuestro cuerpo lleno de necesidades y de percepciones es evidentemente que existen. Cuando nuestro cuerpo perece, cuando una persona deja de serlo y pasa a ser un simple cuerpo, simple materia, el alma se desprende del cuerpo, deja de estar atado a él, pero la duda que nos llega es a dónde va este alma.
No se puede descartar que el alma perezca junto al cuerpo debido a que el alma sea un producto de nuestra mente, pensamiento provocado por el complejo mecanismo de nuestro cerebro que al morir éste, nuestro pensamiento se desvanezca y deje de existir; pero tampoco podemos descartar la posibilidad de un alma inmortal, la cual tras la muerte del cuerpo, pueda reencarnar en otro cuerpo o pasar a otro estadio de vida que se nos escapa de nuestra realidad. Ambas opciones puede ser posibles pero no del todo demostrables a ciencia exacta, por eso no podemos descartar ninguna. Pero parece algo triste, por decirlo de alguna manera, que todo lo que hay en nuestra cabeza, todos nuestros pensamientos, todas nuestras razones, nuestro propio yo, la voz que hay en nuestra cabeza, desvanezcan así sin más, que muera junto al cuerpo, es algo si nos paramos a imaginarlo, pensamos un vacío, un no pensar y no saber, como si no hubiésemos nacido; imaginar esto nos hace pensar que estamos aquí para nada en sí porque todo lo que pensemos, todo lo que aprendamos y conozcamos se pierda por completo junto a nuestra muerte, nuestro propio yo, por eso creo que debe de haber algún fin, una finalidad en nuestra vida, que no sea acabar en un simple vacío, algo que siga adelante con nuestros pensamientos para que no se desvanezcan sin más. Por ello se puede hablar de una “vida” después de la muerte la cual por ahora desconocemos y que convierte al alma en inmortal de tal manera que esta perdura después de que nuestra parte material perezca.

El cristianismo para unos puede parecerle la mejor forma de entenderse entre diversas personas de diferentes culturas, ya que su idea moral o fundamento esta bien contrastado y persigue unas pautas o normas de comportamiento aceptables para todo el mundo. Pero por otro lado, el cristianismo puede ser la herramienta perfecta para controlar a millones de personas en todo el mundo. Esto plantea un problema porque esta religión afecta a todos los ámbitos de la vida social y política desde amas de casa hasta altos dirigentes de partidos políticos. El simple hecho de que un presidente de gobierno tenga unas creencias religiosas más arraigadas que otra persona puede suponer que algunas cosas cambien dentro de una misma sociedad. Pero entrando en el asunto, ¿quien pudo ser el responsable de esto, una persona que escribió lo que vio o quizás alguien que se sentó una tarde y empezó a escribir fábulas sobre personajes inventados?.

Todos sabemos que en el pasado, la Iglesia cristiana católica llego a tener mas poder que un rey incluso. Se llegó incluso a guerras por una misma causa siempre, el cristianismo. Tal es el caso de la Guerra de los Treinta Años, en los que los cristianos católicos perseguían a los luteranos u ortodoxos por diferentes modos de interpretar la Biblia. Otro ejemplo es el de la Santa Inquisición, la cual torturaba a todo aquel que tuviera creencias religiosas que no fueran la cristiana llegando incluso a la muerte.

La religión, cualquiera que sea, no puede ser un medio para controlar a la gente como se ha hecho en el pasado, sino que debería ser un modo de relajarse, de encontrarse bien consigo mismo, de hallar soluciones a problemas de la vida. Digo debería porque aun en la sociedad tan evolucionada en la que vivimos se siguen dando casos de imponer una moral y no poder abandonarla. Ejemplos de estos casos son los de las llamadas sectas, en las que un individuo, dice haber alcanzado el clímax o haber visto a Dios y engatusa a muchas personas para que le sigan y obtener beneficio de ellas, ya sea sexual, material, económico, etc. Pero en todo a lo que las religiones se refieren, la pregunta que siempre ronda en la cabeza de las personas que piensan como yo es la de si se ha visto a ese ser Supremo. Yo por mi parte no soy creyente, pero tampoco soy ateo, soy agnóstico y con esto digo que no creo ni dejo de creer. En un pasado el delito contra Dios era el máximo delito, pero ahora el cristianismo ha perdido mucho poder. Ahora para ganar fieles, las religiones se asocian a ciertos partidos políticos ya que esa frase de ‘Si cometes algún pecado iras al infierno’ no les funciona bastante bien. Por otra parte Nietzche decía que los que hablan de esperanzas sobre terrenales son envenenadores de las personas y esto puede sonar un poco fuerte ya que si ellos creen en esa doctrina y no hacen daño alguno a nadie, por mi, pueden seguir con lo suyo. Y si además hay gente que este dispuesta a dejarse convencer sin que la obliguen, yo, por mi parte lo acepto. Y el hecho de decir que Dios no existe porque no aparezca no es del todo cierto ya que para verlo hay que estar muerto según la Biblia. Habrá personas que como yo, crean que la Biblia es un relato de ciencia ficción y otras a las que les parezca el libro que contiene los pasos a seguir para llevar a cabo una buena conducta. Para concluir dejo clara mi postura, ni creo ni dejo de creer ya que a mi no me convence algo que no he visto pero tampoco digo que no existe si no lo puedo demostrar.

Antonio Jesús Carmona Padillo

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